El día que desapareció el botón de Inicio
Desde el evento BUILD, en septiembre del 2010 donde se presentó por primera vez la versión Developer Preview para los muy geeks del mundo del desarrollo en tecnologías Microsoft, el primer impacto que surgió fue la desaparición del conocido interfaz del escritorio. Así nos encontramos con una manera muy diferente de interactuar con el sistema operativo y las aplicaciones de muestra que traía.
Los clamores más sonoros de los “early adopters” estaba capitaneado, sin duda, por la desaparición del botón de inicio, que significaba no poder acceder a la lista de programas más utilizados o a la barra de ejecutar que, en Windows 7, había llegado a ser de gran utilidad.
Todos suspiramos aliviados al comprobar que la parte “Desktop” o de escritorio era de muy fácil acceso, y que dejaba casi todo en su lugar anterior pero con notables mejoras como el Administrador de Tareas mucho más potente o el añadir la Ribbon en el Administrador de ficheros.
Finalmente, la llegada a nuestras manos de la primera tableta con un Windows 8 instalado, junto con los primeros vistazos de los teléfonos con Windows Phone 7, nos mostraron la validez del nuevo paradigma de Metro (ahora Modern UI) en un funcionamiento puramente táctil.
El juego de las diferencias, Windows7 vs Windows8
Lo primero que percibe un usuario de Windows 7 cuando se inicia un ordenador con Windows8, es que se llega a la pantalla de autenticación mucho más deprisa. Incluso, como es mi caso, teniendo un equipo al que llevo meses haciéndole perrerías y probando todo tipo de software, la velocidad de arranque prácticamente no disminuye con el tiempo.
La integración de este sistema operativo con la Nube es muy importante, por lo cual lo ideal como cuenta de usuario, si la seguridad y la empresa lo permiten, es utilizar nuestro LiveId de Microsoft. Ya que así podremos mantener sincronizados todas las aplicaciones y dispositivos que utilicen estas credenciales.
Y entramos en Windows 8 de lleno, en la parte Modern UI, diseñada para ser utilizada de forma táctil (con los dedos) y que nos permite acceder a las aplicaciones y accesos directos que trae por defecto el interfaz. Obviamente aquí no hay comparación posible con un Windows7 que ofrece por defecto un Escritorio. Es el primer y claro aviso de que se está realizando una apuesta muy alta por cambiar la forma de interactuar con el ordenador (o cualquier otro dispositivo).
Pulsando en el botón “Escritorio/Desktop”, o la tecla Windows, accedemos al interfaz pensado y diseñado para ser utilizado con un ratón o puntero similar. Aquí es donde cualquier usuario actual encuentra casi todo en su sitio, pero con una sensación de que “falta algo”. Y el motivo es la desaparición de Aero, esa línea gráfica llena de sombras, volúmenes, transparencias y efectos de transición que se ha reconvertido en una forma simplificada con colores planos, de gran eficiencia y sencillez.
También encontramos otra diferencia: el Ribbon. La barra de acciones que ha sustituido al menú superior en todas las aplicaciones Office y en muchas otras de Microsoft, que ahora se utiliza prácticamente en todas las ventanas del sistema Operativo. El mejor ejemplo, el explorador de archivos, en donde su inclusión permite muchas más operaciones y que es interactivo con lo que estemos realizando.
Otra mejora muy importante es la visualización del estado de las operaciones con ficheros. De las ventanas emergentes llenas de transparencias, y con una información basada en texto, se ha pasado a gráficas que muestran en tiempo real la velocidad de transferencia, cuanto llevamos copiado o movido y cuanto nos queda aún para finalizar.
Por último, la pregunta que nos hemos hecho todos los usuarios primerizos del nuevo Sistema Operativo es: ¿y cómo apago el ordenador? Al desaparecer el botón de inicio, también ha desaparecido el acceso al icono desde donde podíamos realizar operaciones como hibernar, suspender o reiniciar. Ahora entra en juego, si estamos tanto en ModernUI como en el escritorio, la barra lateral derecha o barra de Chamer, a la cual se puede acceder pulsando la tecla Windows + C.
Aquí tendremos una serie de iconos, de dudosa prioridad para la mayoría de los usuarios, en donde encontraremos el de “Settings” (una especie de rueda dentada con un puntero en el centro), desde donde accederemos a las opciones de Energía. Si te parece que es más largo el camino para acceder a esta opción, no te apures porque, como casi todo en Windows 8, se puede hacer de varias formas, y las hay más rápidas para apagar nuestro equipo.
Lo que se ve, se toca. Las bondades de Modern UI
El iPad de Apple ha dejado claro a la industria que el fracaso de las TabletPC no tuvo nada que ver con el uso de una interfaze táctil. Y que, de hecho, es esta forma de interactuar con un ordenador el que le ha dado una ventaja competitiva abrumadora.
Windows 8 es un Sistema Operativo pensado y diseñado para su uso con los dedos y tiene una completa colección de gestos para poder realizar las tareas más utilizadas. Partiendo de los 8 movimientos básicos que se pueden ver la imagen que encabeza el artículo, se puede llegar a realizar decenas de acciones como pudieran ser:
- Desbloquear la pantalla de inicio deslizando el dedo desde el borde inferior.
- Autenticarse en el sistema por medio de un patrón táctil en una imagen inicial.
- Cerrar una aplicación deslizando desde el borde superior y soltando.
- Visualizar el menú superior o inferior de una aplicación deslizando el dedo desde el borde superior.
- Cambiar la vista de vertical a apaisado girando físicamente la tableta.
- Sacar la barra de “Charms” (valga el anglicismo) deslizando el dedo del borde de la derecha hacia el centro
- Visualizar las aplicaciones activas, deslizando el dedo desde el borde de la izquierda hacia el centro.
Eso sin contar con el pellizco para ampliar o disminuir el zoom en una imagen o en un texto, o pasar de página deslizando los dedos como si pasáramos de hoja.
Tampoco debemos olvidarnos de toda suerte de pulsaciones y pulsaciones sostenidas, que permiten escoger y/o activar funciones o acceder a menús contextuales.
Otra ventaja de Windows 8 es que imbuye a todas las aplicaciones un estilo Modern UI, en donde el paradigma de que la atención no debe ser distraída por nada, lleva a una forma muy especial de construir la experiencia de usuario en las aplicaciones.
Se ha desterrado el concepto de ventanas y de escritorio con iconos con representación física.
Todo es mucho más minimalista, de colores y tipografías agradables, de un funcionamiento muy fluido al utilizar técnicas asíncronas para evitar las molestas esperas mientras se recupera la información. Y con efectos de movimiento estándar que buscan homogenizar la interacción del usuario, encontrándose que los mismos gestos realizan las mismas operaciones en todo el software instalado en nuestras máquinas.
Conclusiones táctiles maquetadas con un ratón
Lo primero que diría, como conclusión, es que visualmente y como sistema operativo es un gran paso adelante y un cambio muy importante de paradigma.
Dicho esto, para los usuarios de tabletas o de dispositivos táctiles, las posibilidades de crecimiento son muy grandes y el futuro es muy prometedor cuando se unan a las potentes máquinas basadas en chips de PC, las ligeras y veloces tabletas ARM. Que, no lo olvidemos, no dispondrán de escritorio.
Lo frustrante ahora mismo es la limitada oferta de aplicaciones Modern UI y la falta de los principales productos a los que estamos acostumbrados, inclusive el omnipresente Office.
Para los usuarios de escritorio, Modern UI ahora mismo podría ser más una molestia que una ventaja, aunque en un próximo artículo veremos cómo cambia nuestra manera de usar Windows desde un ordenador de sobremesa. Prácticamente no se pasa por el interfaz táctil más que para iniciar algún programa en el desktop. De hecho, los usuarios de Windows 2012 server, pueden sentir las ventajas de su propuesta en donde el interfaz principal es el clásico y el táctil se queda relegado a un segundo plano hasta que es invocado.
La sensación final es que ahora hay un Windows para cada tipo de usuario y dispositivo. Es un Sistema Operativo ambicioso que amplía sus fronteras para poder ser utilizado en, prácticamente, cualquier dispositivo actual produciendo la misma experiencia de usuario ya sea en su PC, en su consola, en su teléfono móvil, en su tableta, etc.
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